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Guido Glorioso

#ElFuturoDeLaAbogacía
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Por 
Guido Glorioso
Abogado

Mi pasión por el derecho la descubrí allá por el 2013 luego de abandonar la idea de llegar a ser futbolista profesional. De la pelota y el verde césped pasé a los libros, el escritorio y el café. En el año 2015 arranqué con 18 años a cursar el Ciclo Profesional Común (popularmente conocido como CBC) en la sede "Drago" de la Universidad de Buenos Aires, ubicada en el barrio de Coghlan de la Ciudad de Buenos Aires. 

Desde el principio busqué la excelencia académica. Lejos de ser una imposición en mi casa, el derecho me dio la oportunidad de descubrir mi capacidad de trabajo y dedicación. Desde muy temprano mis amigos y mi pareja fueron víctimas de las horas de encierro que me auto concedía durante la preparación para los exámenes.

Más allá del buen promedio, siempre creí que no sólo las buenas notas hacen al buen profesional. Es así que a la par de comenzar la facultad emprendí la búsqueda de trabajo. A través de una amistad en común, conocí a los abogados Cicardo, penalistas. En marzo de 2016 arranqué como pasante en su estudio haciendo fotocopias y sirviendo café.

Logré allí un aprendizaje y un conocimiento de lo que es la profesión que nunca imaginé. Creo que pude volcar a la práctica aquella mítica frase que uno escucha cuando se adentra en el mundo de la abogacía: “patear los Tribunales”. Desde un comienzo trabajé muy cerca de los casos. Creo que mi entusiasmo, curiosidad y dedicación, sumado a la confianza depositada por mis jefes, me permitieron hacerme de una experiencia del caso y del expediente que difícilmente hubiese logrado en otro lado. Valoro mucho haber aprendido de la importancia de la relación en el tiempo con el cliente, algo en lo que siempre mis jefes hicieron hincapié. Una de las frases cabeceras en el estudio era: “el caso más importante es el que estás atendiendo, lo demás puede esperar”.

Mis expectativas siempre fueron la de ser el mejor en lo que hago. Con el derecho descubrí esa asombrosa combinación entre esfuerzo y, si se quiere, naturalidad para hacer las cosas, dos factores que me llevaron a destacarme y alcanzar mis objetivos.

Si bien no era una idea fija en mi cabeza, siempre tuve esa curiosidad por lo internacional. En algún punto sentí que con el camino que estaba trazando a través de la abogacía mis oportunidades se limitaban a la Argentina. Ya en 2020, a cinco materias de recibirme de abogado, emprendí la búsqueda de oportunidades en el exterior.

A través de go_bkteam (www.gobkteam.com) conocí el programa de becas que ofrecen muchas universidades de los Estados Unidos a través del deporte. Aunque mi fuerte venía siendo la academia, decidí reflotar al futbolista que supo haber en mí. Comencé a entrenarme por las mañanas a la par del trabajo en el estudio y la facultad. Mi pareja consiguió una oportunidad de beca completa en Montreat College, una universidad privada perdida en la montaña de Carolina del Norte. Tenía programa de fútbol así que acepte viajar y tener una prueba en el equipo.

Diciembre 2020 estuvo cargado de emociones. Año atípico por la pandemia, me tocó recibirme por zoom, en mi cuarto, sin nadie a mi alrededor. En todo ese año no cursé una sola clase presencial. Sin duda la virtualidad fue un desafío extra al que presenta de por sí el último año de carrera. Creo que lejos de tornarse más exigente, fue más estresante por el hecho de cursar y rendir de una manera a la cual no estaba acostumbrado. Sin duda el 2020 va a quedar en la memoria de todos, pero en la mía el virus va a ser un actor secundario de ese recuerdo.

Entre llantos y despedidas volamos en enero de 2021, y a dos semanas de aterrizar ya estaba entrenando con el equipo de futbol de Montreat. Al mes me ofrecieron una beca deportiva, y al tiempo me convertí en uno de los capitanes del equipo. En cuanto a los estudios, comencé mi segunda carrera de grado en comunicación. No obstante, la abogacía sigue viva dentro mío.

Hoy con 25 años, a dos semestres de recibirme en los Estados Unidos gracias a los créditos que transferí, y con la chance de aplicar a un programa de pasantías después de graduado, estoy convencido a seguir encarrilando mi futuro profesional cerca de la abogacía. Sigo sintiendo la misma pasión y curiosidad por el derecho que sentí desde mi primera materia y quiero seguir siendo fiel a ese sentimiento.

Creo que el hecho de abogar trasciende ampliamente un título universitario o un puesto profesional, es una vocación de vida que cuando se descubre, como es mi caso, se hace imposible de renunciar.

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