Por Andrés Chomczyk - Abogado argentino residente en España
El evento realizado en Madrid es un espacio de discusión que incluye tecnología y práctica profesional.
Es innegable que la tecnología ha impactado en todos los aspectos de la vida humana y, en ese sentido, la profesión legal no está exenta de esta revolución. No solo los temas sobre los cuales tenemos que asesorar han cambiado, sino que también la forma en que trabajamos está siendo influida por la tecnología. En este último caso, todos los desarrollos tecnológicos que son de utilidad para el ejercicio de la abogacía suelen englobarse con el nombre de legaltech.
Frente a esta realidad, han surgido diferentes respuestas e iniciativas para explorar este fenómeno. Una de estas organizaciones es Legal Hackers, bajo la cual funcionan diversas comunidades locales que tienen por finalidad estudiar y encontrar soluciones a los desafíos que representa la intersección entre el derecho y la tecnología. Actualmente, la Argentina cuenta un capítulo para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, integrado por diferentes referentes locales.
A principios de junio, pude participar en el encuentro anual de los capítulos europeos de Legal Hackers, con la organización de la versión madrileña de Legal Hackers. Además de contar con la presencia de representantes de toda Europa, también estuvieron miembros de la coordinación internacional de la organización, así como otros colegas argentinos a quienes nos invitaron para dar nuestra mirada desde el otro lado del Atlántico. Durante este evento, tuve la oportunidad de contar lo que hacemos en Signatura.
Como un abogado siempre interesado en la tecnología y convencido de la importancia que esta tiene en el ejercicio de la profesión, me uní a Signatura como su asesor legal para contribuir en la creación de un puente entre la tecnología y la práctica del derecho. Signatura es una de las primeras compañías de la región en trabajar sobre legaltech, al crear una solución de firma electrónica y la certificación de la existencia e integridad de los documentos firmados con la tecnología blockchain. Actualmente, estamos trabajando con varias organizaciones para mejorar sus procesos de gestión documental, reduciendo tiempos en el proceso de firma de instrumentos y suprimiendo costos innecesarios cuando la situación no necesita ciertas formalidades (como una certificación notarial en un simple acuerdo entre privados).
Durante el fin de semana que duró la conferencia anual de Legal Hackers Europa, se tocaron numerosos temas en las charlas, participaciones o paneles, pero todos podían simplificarse en dos cuestiones: los abogados seguimos sin ser amigos de la tecnología y, para empeorar las cosas, seguimos pensando la profesión como hace 50 años. Basta con mirar la realidad para darse cuenta de que ambas cuestiones no pueden quedar así. Allí es donde organizaciones como Legal Hackers quieren cambiar cómo entendemos y ejercemos la profesión jurídica.
Una de las principales preguntas que surgieron durante ese fin de semana era si es suficiente agregar tecnología a la forma en que se trabaja para mejorar nuestros servicios. Al respecto, se usaron muchos ejemplos, pero uno de los más ilustrativos era el siguiente: un due diligence lleva muchas horas de trabajo de abogados, que podría solucionarse con software que lea los contratos e identifique riesgos; sin embargo, ello no cuestiona porque necesitábamos muchos abogados para revisar los contratos en primer lugar. Esta duda no puede ser respondida simplemente con tecnología. Lo que se necesita es cambiar la forma de ejercer nuestra profesión. En el ejemplo, lo ideal sería simplificar los documentos que generamos en nuestro día a día para facilitar su revisión posterior de ser necesaria. Esto
no quiere decir que debamos generar trabajo con una calidad inferior, sino todo lo contrario. Hoy más que nunca, debemos ser capaces de generar un producto de trabajo que sea claro, entendible y simple para nosotros y nuestro cliente, un producto que nos fuerce a mejorar nuestra creatividad jurídica.
Esta misma lógica puede ser llevada a muchos otros casos en los que se han desarrollado conductas que son repetidas por costumbre más que por una verdadera necesidad. Por ejemplo, la tecnología, mediante la figura de los proveedores de confianza, nos permite dar certeza sobre la identidad de una persona en un ambiente digital, con la posibilidad de hacer una transacción sin tener que utilizar ni papel ni las certificaciones de firma ya conocidas. Allí fue donde pudimos aportar mucho del tanto trabajo que estamos haciendo desde Signatura.
En línea con ello, otro de los focos de la conferencia fue puesto sobre esta capacidad de detectar el verdadero problema y resolverlo. Para esto, entran en juego otras disciplinas y habilidades sobre las cuales los abogados ni siquiera estamos contemplando: el diseño legal, la reutilización de nuestra propiedad intelectual, el estudio de nuestro potencial mercado, el análisis de nuestras estadísticas en forma amplia, y la lista puede seguir. Sobre esta cuestión, se analizaron propuestas para repensar la educación legal brindada por las universidades europeas que forman a los próximos juristas, así, para quienes estamos en el ejercicio actual de la profesión, la mejor solución es trabajar de forma multidisciplinar.
En buena medida, los esfuerzos que se hacen en la Argentina por difundir el uso inteligente de la tecnología en la profesión legal son los mismos que se hacen en España, Alemania o Reino Unido. No solo es necesario formar en el uso de las herramientas, sino también en identificar cómo lograr su aplicación eficiente dentro de las estructuras legales existentes al mismo tiempo que se trabaja en cómo cambiar esas normas para acompañar el avance y las necesidades de la sociedad.