Por Déborah Huczek, abogada especialista en Derecho Penal y Migratorio
Para obtener éxito en esta instancia del juicio, es fundamental que un jurista considere el modo de formular las preguntas, la selección de los testimonios, el respeto por el testigo, su conocimiento y hasta el lenguaje corporal, entre muchos otros aspectos.
A lo largo de un juicio, es de suma importancia poder elaborar una estrategia para las diferentes instancias que se presenten, ya sea dentro o fuera del ámbito de los tribunales. En ese sentido, es bueno detenerse en analizar el comportamiento que cualquier abogado debe tener en su relación con los testigos.
Es sabido que el jurista litigante cuando ofrece un testimonio es porque el mismo es afín a la teoría del caso que está representando. Sin embargo, las viejas prácticas instan a reflexionar sobre algunas costumbres. Por ejemplo, ¿es útil hacerle las preguntas directamente en el juicio oral, o es necesario entrevistarlo previamente? ¿Es esa una práctica válida o el abogado puede ser sancionado?
Mientras que, desde el punto de vista estratégico, es bueno analizar cómo seleccionar a los testigos más idóneos, de qué manera advertir sus fortalezas y debilidades, o cómo resaltar en el juicio todos aquellos hechos que son importantes para probar la teoría del caso.
Asimismo, es trascendental el uso del lenguaje corporal. Es un aspecto que influye mucho, porque el jurista debe transmitir una imagen de seguridad y seriedad frente al tribunal al momento de interrogar a un testigo. Eso solamente se puede lograr con conocimiento de los hechos del caso que se está investigando, como de la ley o doctrina que aplique en esa situación.
Además, se le debe demostrar al testigo que se tiene conocimiento de quién es, que se hizo una investigación para determinar que tanto pudo oír o ver de un determinado hecho. O saber qué relaciones o temores puede tener, para saber si oculta algo y así evitar que caiga en el delito de falso testimonio. Porque puede ser amigo de una de las partes, o alguien puede haberlo inducido a no contar la verdad sobre los hechos.
También es bueno desmitificar algunas escenas que se ven en las películas de Holywood, pero no deberían replicarse en la realidad. Un abogado nunca tendría que ser hostil con un testigo, porque tiene que valorarse el rol de esta persona que le tocó percibir por casualidad un determinado hecho. Por eso, se la tiene que tratar con mucho respeto.
La idea es que los juristas logren que el testigo se sienta cómodo y cuente lo que sepa. Por ejemplo, si un abogado ofrece a un comerciante para que dé testimonio de un robo, la idea no es que intente hacerle “pisar el palito”. Sino que a través de las preguntas obtenga información pertinente para el esclarecimiento de lo ocurrido y determinar quién fue el autor, así como también las consecuencias que le generó a la víctima.
En cambio, si se fuera por la defensa, es decir representando a un inocente acusado de un delito que no cometió, la técnica debería apuntar a interrogantes que demuestren que el testigo no está tan seguro de lo que vio. Es decir, poner en duda su seguridad sobre lo que presenció o no.
Generalmente, eso se realiza por medio de preguntas sugestivas, que contienen las respuestas. A su vez, el jurista tiene que mantener el control de lo que vaya pasando durante la declaración.
Todas estas son técnicas totalmente válidas y legales para que el juez, o los miembros de un jurado, tengan la posibilidad de acceder a la verdad de los hechos.
Déborah Huczek, abogada especialista en Derecho Penal y Migratorio, tratará estos y otros temas en el Curso de Interrogatorio a Testigos https://deborahhuczek.com/curso-interrogatorio-a-testigos-2/