PROTAGONISTAS
Abogados y desarrollos tecnológicos
Las necesidades crecientes del mercado requieren de más herramientas tecnológicas. La experiencia de Pablo Balancini, Federico Colombres y José Vega Sainz.
Pablo Balancini y José Vega Sainz
Pablo Balancini trabajó en el desarrollo de Legal Hub desde su inicio hace más de un año. Hace unos meses incorporó a José Vega Sainz.
Legal Hub es una unión de varios accionistas entre los que está un estudio líder en litigios y asesoramiento a empresas; una empresa especializada en data Analyitics, y varios inversores individuales.
Otra motivación importante fue tomar en cuenta el enorme caudal de información que generaba el estudio como especialista en litigios entendiendo el valor de esos datos para la toma decisiones.
Legal Hub proporciona información sobre litigios, jueces, jurisprudencia, montos involucrados, criterios económicos y jurídicos extraídos de sentencias y documentos públicos, permitiendo a los abogados maximizar los resultados al desarrollar sus estrategias legales y predecir montos involucrados en los litigios.
Actualmente está disponible para el Fuero Civil Nacional y proximamente GBA y fuero laboral.
Adicionalmente, utiliza su IA Kernel - NLP para procesar y cruzar datos no estructurados con el objetivo de desarrollar indicadores de potencialidad de fraude.
Federico Colombres (h)
Es abogado especializado en derecho de la empresa e impuestos, MBA, y es la tercera generación de Colombres Abogados, un estudio de familiar que tiene 70 años en el mercado local.
Actualmente están incursionando en el desarrollo digital de un prototipo de plataforma web para la gestión flujo de trabajo entre el sector de recursos humanos de las empresas y sus abogados.
Pablo Balancini
¿Qué viste como parte de la directiva de un estudio tradicional para enfocarte hacia el mundo digital?
Se dieron varias cosas al mismo tiempo pero si tuviera que destacar algunas son: la aparición de signos de agotamiento del negocio tradicional, requerimiento de los clientes por soluciones integrales más allá del asesoramiento tradicional y por supuesto una vocación por la tecnología que siempre estuvo presente.
Otra motivación importante fue tomar en cuenta el enorme caudal de información que generaba el estudio como especialista en siniestro de seguros, que no se estaba aprovechando.
¿Tuviste muchas resistencias?
Los procesos de cambio siempre van a generar resistencia. La resistencia nos tiene que desafiar a encontrar respuestas sólidas que den todo el soporte necesario para lograr la transformación.
¿Cómo te imaginas la supervivencia de los grandes estudios?
El desafío que se presenta a los grandes estudios es que puedan entender que la adopción de nuevas tecnologías en el desarrollo del trabajo diario permitirá proporcionar mejores productos y resultados económicos.
En definitiva ello se traduce en mejores profesionales y asesores jurídicos.
¿En qué te imaginas que ocupen su tiempo los abogados cuando la inteligencia artificial tome más relevancia?
Frente a estos cambios los abogados tienen una oportunidad única si se dan los pasos correctos, oportunidad de focalizarse en trabajos calificados orientados a la estrategia jurídica y al valor agregado.
Lejos de ver el cambio como una amenaza, hay que tomarlo como una oportunidad de crecimiento y de simplificación de procesos operativos, que pemitira:
- enfocarse en el trabajo valioso para los clientes;
- relacionar mayor cantidad de datos e información que nos posibilite a tomar mejores decisiones de forma más eficiente; y
- desarrollar tareas desafiantes e innovadoras que impulsen nuevos negocios.
¿Cómo te imaginas al estudio dentro de 10 años?
El estudio tradicional deberá integrarse poco a poco con nuevas formas de prestación de servicios incorporando como base tecnología en todos los servicios que se prestan.
Creo que eso necesariamente derivará en una estructura multidisciplinaria capaz de prestar y desarrollar soluciones y servicios innovadores para ofrecer a nuestros clientes.
José Vega Sainz
Soy abogado, con un máster en administración de empresas digitales, pero sobre todo con una gran pasión por la tecnología y la innovación. En Legal Hub me desempeño como Account Manager, estoy en contacto constante con las necesidades de equipos de legales de empresas y con nuestro equipo técnico para encontrar soluciones a esas necesidades.
¿Sos abogado, tecnólogo, comercial, ninguna de esas cosas o todas?
Yo creo que soy un poco de todo; para hacer lo que hago tengo que saber de derecho, conocer de tecnología, tener conocimientos de procesos y todo eso poder llevarlo a un rol comercial. Hay quienes hablan de abogados con forma de “T” o del rol de Legal Technologist, pero en definitiva siempre estamos hablando de perfiles híbridos como el mío, que tendemos a encarar los problemas usuales de la industria legal con otra mirada, procurando incorporar procesos, nuevas metodologías y tecnología.
¿Cuándo te recibiste imaginaste que estarías trabajando en desarrollos digitales?
No. Es un camino que fui transitando poco a poco, siguiendo mi intuición y haciendo las cosas que me gustaban. Pasé de trabajar en un estudio tradicional a un estudio boutique donde tratábamos temas de tecnología y me enamoré de ese mundo. Después estudié un poco de programación, de manera lógica me topé con el mundo del Legal Tech y el Legal Design y me di cuenta de que ahí me sentía cómodo y podía aportar algo.
¿Cómo los ven los abogados a los que le ofrecen lo que hacen? ¿Cómo competidores o colaboradores?
En Legal Hub somos solucionadores de problemas. Nosotros nos sentamos y escuchamos a los equipos de legales de empresas, procuramos entender sus necesidades y generamos soluciones para esas necesidades apalancados en tecnología. Es así como queremos que nos vean y creo que así nos perciben. En general, me parece que los abogados van entendiendo que la tecnología no debe ser vista como una amenaza, sino como una oportunidad para mejorar, entre otras cosas, su rendimiento, eficiencia y toma de decisiones.
¿La tecnología puede llegar a dejar a muchos abogados sin trabajo? ¿Ves un escenario apocalíptico o utópico?
Los equipos en los que intervienen humanos e inteligencia artificial son llamados Centauros (en este caso mitad humanos, mitad máquinas). Lo interesante es que la experiencia ha demostrado que los equipos que trabajan como Centauros son capaces de superar no sólo a equipos completamente humanos, sino también a aquellos compuestos solamente por máquinas. Lo que quiero decir es que la tecnología va a cambiar la forma en la que trabajamos, pero nunca nos va a reemplazar. Lo innegable es que todos vamos a tener que saber adaptarnos para competir en este nuevo mundo donde van a liderar los Centauros.
¿Qué opinas de la brecha entre la formación universitaria y lo que demanda el mercado en la abogacía?
Creo que poco a poco la brecha se va achicando, pero aún queda un largo camino por andar. Hoy los temas ya están instalados en el ecosistema, pero hace falta mucho más contacto con lo real y tangible, hay que exponer a los alumnos a las tecnologías y a sus usos en concreto. Hoy todo el mundo está hablando de Inteligencia Artificial, pero no sabe realmente que hay dentro de esa “caja de pandora” y qué se puede hacer con ello. Nosotros, por ejemplo, utilizamos una rama de la IA llamada NLP (procesamiento del lenguaje natural) para capturar datos no estructurados contenidos en documentos jurídicos y convertirlos en datos estructurados. A partir de lo cual podemos -entre otras cuestiones- automatizar procesos, realizar analítica y cruzar datos para generar valor agregado.
¿Qué le recomendaras hacer a los abogados que quieren reconvertirse?
Ser curiosos y hacer lo que les apasiona; no tener miedo de seguir un camino poco habitual. En mi caso, al hacer lo que me gusta, todo se fue acomodando.
Federico Colombres (h)
¿Como ves el futuro pospandemia para los estudios jurídicos?
Estamos en un momento de cambios profundos, con grandes oportunidades. Pero para detectarlas, creo que tenemos que partir de un profundo examen de conciencia, y asumir que los abogados tenemos una profesión que se quedó en el tiempo, y que se fue olvidando de algo básico que cualquier otra actividad económica se plantea todos los días: la agregación de valor. Contestar una demanda en tiempo y forma, brindar respuestas legales, o hacer dictámenes ya no agrega valor. Es poco. Además de que miles de estudios jurídicos pueden hacerlo, pronto las maquinas también lo harán, y a un precio menor, de modo que tenemos que situarnos frente a ese panorama y encontrarle una vuelta. La uberización de la abogacía es un escenario posible, no somos tan especiales como para que nos suceda.
Pensar que a nosotros no nos va a pasar eso porque hacemos un servicio “personalizado” es un acto de inocencia que nos puede llevar a tener que cerrar el estudio. De un modo o de otro, hasta el más “boutique” de los servicios será abordado en mayor o menor escala por la tecnología, y deberemos posicionarnos ante eso, y ver como encontramos un modelo blended entre analógico y digital.
¿Qué debe cambiar de la profesión?
Como decía antes, nuestra mirada. Tenemos que entender que lo que veníamos dando no es suficiente. Las empresas buscarán mayor eficiencia, tarifas más bajas, lo cual indefectiblemente nos obliga a cambiar el modo de ejercer. Debemos incorporar metodologías agiles, tecnología, probablemente encontrar otras formas de organizar el estudio en términos económicos.
La estructura clásica del modelo de apalancamiento, el valor hora, el abogado empleado, será imposible de sostener. Hay que tener estructuras más eficientes, y seguramente basadas en relaciones más flexibles, con menos abogados empleados.
Respecto de la formación, creo que hay que romper la currícula de la carrera y armarla de nuevo: meter materias de tecnología, de conocimiento de finanzas, de trabajo en equipo, metodologías agiles, habilidades blandas, etc.
¿Cómo imaginas al estudio del futuro?
Imagino estructuras más chicas, con relaciones más flexibles, mayor interdisciplinariedad, y con mayor empleo de tecnología. También creo que deberá salirse de la zona de confort, y prestar algo más que servicios legales. También, afortunadamente, habrá mayor deslocalización.
Creo que si no entendemos el enorme cambio que viene sucediendo, muy anterior a la pandemia por cierto, vamos a tener que dedicarnos a otra cosa.
Estamos, ni más ni menos, y en términos de Schumpeter, en un proceso de destrucción creativa.
Con el cambio tecnológico… ¿Hay más o menos oportunidades para los profesionales del interior?
Me da la impresión de que en este escenario de cambios, pueden generarse oportunidades. En este aspecto, los estudios del interior tenemos una ventaja, porque en general los estudios se basan más en relaciones asociativas que de dependencia, las estructuras son más chicas, y el modelo de tarifa por hora nunca ha calado, de modo que estamos más acostumbrados a trabajar por tarifa fija, que es lo que se viene.
En el interior, sabemos que el cliente paga tantos pesos por mes, y tenemos que resolverle todos sus asuntos, con la menor cantidad de estructura posible para ser rentables.
Ese modelo nos setea para ser más eficientes en épocas de tendencias a la baja, como la que viene impactando en la abogacía y seguirá impactando.